La mirada integradora y personalizada que busca la CESFAM de La Pintana

6 de Noviembre 2018

Javiera Martínez estuvo en la Escuela de Gobierno contando su experiencia y su gestión como directora de este centro de la red pública del Servicio de Salud Sur Oriente a los alumnos del curso Segregación y Desigualdad en la Ciudad, poniendo énfasis en cómo la medicina familiar y la relevancia del entorno ayudan a mejorar la salud de las personas más vulnerables.

Hace más de 10 años que el Centro de Salud Familiar Juan Pablo II se puso en marcha en la comuna de La Pintana. Es parte de los tres centros que la Red de Salud UC CHRISTUS mantiene en sectores vulnerables de la Región Metropolitana, donde se ofrece atención de salud a familias beneficiarias de Fonasa que viven en el sector y que están debidamente inscritas. La doctora Javiera Martínez lleva cuatro años en la dirección de este CESFAM. Es médico-cirujano de la Pontificia Universidad Católica de Chile especializándose en medicina familiar, mención niños. Tiene un magister en salud pública de la Universidad de Washington, Seattle, Estados Unidos. Fue por ello que el profesor Kenzo Asahi y Slaven Razmilic invitaron a la experta al curso de Segregación y Desigualdad en la Ciudad, en vista de su amplia experiencia en política de la salud, que le ha permitido generar nuevos modelos de atención primaria e innovación en salud, y que han sido vitales para focalizarse en los más vulnerables socialmente. Realizamos una entrevista para entender los desafíos y mirada integral de la atención primaria.

¿Cuál es la motivación de tu cargo en este CESFAM de La Pintana?

Desde hace mucho tiempo que quería ser directora de este centro de salud, porque yo me formé como médico familiar en La Pintana en un consultorio municipal, porque antes no existía este consultorio de la Universidad Católica. Y cuando me invitaron a participar, el doctor Klaus Puschel Illanes, que hasta hace poco era director de la escuela de Medicina UC, me invitó a este proyecto nuevo en el que podíamos repensar la salud de las personas que estaban en el lugar más vulnerable de La Pintana, que es una comuna que yo ya quería con todo el corazón, y teníamos la posibilidad de hacerlo todo de nuevo y de soñar. Fui jefa de equipo primero. Entendí que ver a los pacientes uno a uno no se iba a lograr demasiado, así que me fui a estudiar un magister y cuando volví tenía muchas ideas para aplicarlas. Como directora de este centro hay una linda posibilidad de hacer efectivamente eso, de poder pensar modelos de atención innovadores, de poder estar con la gente, de entender cuáles son sus problemas y compartir con personas tan resiliente, que han hecho mucho por poder salir adelante. Hay tantos factores en los que uno puede influir para mejorar la calidad de vida, que cómo no querer ser directora de un centro como este.

El Dr. Enrique Paris –ex presidente del Colegio Médico- estuvo recientemente en la Escuela de Gobierno conversando sobre salud pública y hacia dónde debiese dirigir el programa de salud, y señaló que si uno se dedicara a erradicar la pobreza eso tendría un impacto positivo en la salud de las personas. ¿Cómo ves la situación de pobreza y su impacto en la salud pública desde la CESFAM?

Se relaciona con lo que dijimos en la clase y que hay tantas cosas de la salud de las personas que no tiene que ver directamente con su genética, sino que con el ambiente en el que se han desarrollado. Claramente son factores que son más psicosociales, porque afectan la vida de las personas como la pobreza que tendría mucha más incidencia en la salud de las personas. Tu especialidad es la salud familiar.

¿Qué aporte genera esta especialidad en este tipo de centros de salud?

Los médicos familiares efectivamente su nicho es la atención primaria de salud. Nosotros nos especializamos en eso por varias cosas. Una, porque somos más resolutivos clínicamente –desde el punto de vista de la medicina- que los médicos generales, entonces somos capaces de dar mejores prestaciones de salud en lo específico clínico. Por ejemplo, en mi consultorio hay médicos familiares que hacen endoscopia, ecografía o cirugía menor, entonces derivamos mucho menos de lo que deriva el resto de la atención primaria, porque tenemos médicos formados para atender condiciones comunes de las personas ambulatorias. Entonces, somos un aporte desde lo práctico en el cuidado individual de las personas.

También tenemos formación en familia en intervenciones breves y en cómo incluir a la familia en el tratamiento de las personas, y, por las cifras que les mostré, intervenciones familiares también mejoran la salud de las personas. Y después de eso, los médicos familiares tenemos estudios en gestión y administración lo que nos permite también mirar de manera más amplia estos otros factores, poder diseñar cómo se organiza la atención de salud y proponer intervenciones más efectivas a nivel poblacional y comunitario. Entonces, yo siento que aportamos (risas).

¿Cuáles han sido los principales hitos de tu gestión en estos cuatro años en la CESFAM Juan Pablo II?

Varios y ahí tiene que ver el usuario interno y externo. Cuando llegué teníamos que mejorar nuestros indicadores porque no teníamos indicadores de salud de excelencia y eso ha sido un esfuerzo importante. Además, seguir potenciando la participación comunitaria, por lo que agrandamos el equipo de participación y promoción, y que todo el centro entienda y comparta que incluir a la comunidad en la atención de salud es importante. Y desde el punto de vista del usuario interno. Trabajar en una CESFAM es bien cansador y la gente se abruma, y el poder mantener un ambiente seguro y de esperanza en los mismos funcionarios de la salud es también una cosa importante, porque así ellos están motivados y sienten que su trabajo vale la pena.

También estuvo el alcalde de Puente Alto, German Codina, en nuestra escuela y señaló que a la atención primaria debiese entregársele atribuciones más resolutivas ¿Cuáles crees que son los principales desafíos desde lo que has podido observar en estos cuatro años en atención primaria?

Yo creo que él tiene razón y se están haciendo esfuerzos. Los centros familiares de la UC son tres y dos están en Puente Alto y uno en La Pintana. Y no es el esfuerzo solo mío, sino que también de todo un grupo de personas de las dos directoras de los otros consultorios, que nosotros les llamamos los centros áncora, porque el objetivo primario de estos centros era mantenerse anclados en la comunidad. Y en lo que hemos estado trabajado –y que lo hablábamos en clases- es ser más resolutivo en sí, pero con un cambio de modelo, sobre todo en enfermedades crónicas. Lo que mostró la Encuesta Nacional de Salud es que estamos aumentando todas las enfermedades crónicas, desde la atención primaria no dimos abastos y no pasamos la prueba. Entonces, estamos proponiendo esta nueva mirada de enfermedades crónicas, en base a riesgos más que en canastas de prestaciones, enfocado en el paciente y en sus necesidades en particular.

Y lo otro que es un desafío, y que tenemos algunos proyectos en procesos, es la salud mental de las personas, sobre todo la salud mental infantil y enfocado en niños vulnerables. Hay unos proyectos de innovación y atención que pueden ser más integrados en conjunto con las áreas en donde participan los niños, como el colegio, la familia, consultorios, y también con los servicios secundarios como los hospitales. Así podremos entender de una manera el cómo se aborda estos problemas. La salud mental está muy pendiente.