Equidad de género en pandemia: Preocupación durante y post Covid-19
El hecho de estar en casa producto del confinamiento estaría acentuando la desigualdad en la asignación de roles entre hombres y mujeres, lo que en ciertos contextos deriva en aumentos en las brechas de género. Esto perjudicaría su productividad.
La desigualdad de género, sin ser un problema inherente a la situación actual, se ha visto potenciada producto del confinamiento, manifestándose hoy en situaciones de violencia intrafamiliar, distribución desigual en labores del hogar, y un menor tiempo disponible para el desarrollo profesional en el caso de las mujeres. El confinamiento agudiza la crisis del cuidado, aumentando la carga global de trabajo de las mujeres.
¿Qué está pasando en América Latina?
Las mujeres tienen a su cargo 76,2% de todas las horas del trabajo de cuidado no remunerado, más del triple que los hombres (OIT, 2018), tienen doble o triple jornada laboral (OIT, 2018), situación que se ha agravado con las medidas del confinamiento (OEA, 2020). Asimismo, según las tasas de participación laboral 2020 levantadas por la CEPAL, en enero de 2021, las mujeres tienen una tasa de ocupación de un 46%, a diferencia del 52% en 2019 (Hombres 69% y en 2019 alcanzaron un 73,6%, respectivamente.
El mismo informe de la CEPAL señala que la pandemia del COVID-19 generó un retroceso de más de una década en los niveles de participación laboral de las mujeres en América Latina (CEPAL, 2021)
¿Y en nuestro país?
Para contextualizar, según datos de la OCDE, las tasas de empleo en Chile para las mujeres subieron de aproximadamente 45% en el 2000 a 65% en 2018, aunque el salario medio de las mujeres es aproximadamente un 15% menor que el de los hombres. Adicionalmente, los ingresos caen drásticamente al momento en que las mujeres tienen su primer hijo. La falta de flexibilidad laboral y la poca co-responsabilidad al interior del hogar impiden que las mujeres puedan compatibilizar la maternidad y su carrera laboral.
De acuerdo con datos obtenidos desde la encuesta Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) 2017 un 71% de las mujeres entre 30 a 40 años tiene hijos menores de 15 años y su participación en el mercado laboral es 10 puntos porcentuales más baja y con una mayor tendencia a la informalidad, en comparación a sus pares que no tienen hijos.
Esto se puede complementar con los datos de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT 2015) que indican que padres que viven con hijos menores de 15 años destinan en promedio aproximadamente 3 horas en un día tipo al cuidado de sus hijos. Mirado este dato desagregando por género, las mujeres dedican 3,03 horas al trabajo de cuidado no remunerado comparado con 1,64 horas por parte de los hombres.
A propósito de la situación de confinamiento que viven en Estados Unidos, recientemente el medio norteamericano The New York Times realizó una encuesta a 2.200 personas, dentro de los cuales un porcentaje de personas encuestadas respondió que vivía con hijos. Un 45% de los hombres responde que son ellos los que se encargan de las tareas del hogar y un 39% señala que esas labores las realiza su pareja. Sin embargo, cuando esta misma pregunta se realiza a mujeres, un 80% responde que son ellas las que cuidan del hogar y la familia, y solo un 3% señala que son sus parejas quien realiza esa labor.
¿Cómo se ve el empleo? Comparación mismo trimestre a fines de 2019 y fines de 2020
“Al cierre de establecimientos educativos y la carga que esto genera para las mujeres, se suma a que con el distanciamiento social la red de apoyo como abuelos, vecinos o familiares no es posible considerarla como soporte para el cuidado infantil”, explica Josefa Aguirre, profesora de la Escuela de Gobierno UC.
Sobre la continuidad en el trabajo, existe evidencia internacional que indica que la perdida de empleo puede tener efectos que son persistentes en el tiempo, especialmente en períodos de crisis (Stevens, 1997, Davis y Wachter, 2011). Aquellos que hoy pierden su trabajo pierden tiempo de experiencia laboral y les puede ser aún más difícil encontrar un trabajo estable en el futuro (Jarosch, 2015). “La pandemia va a tener un efecto particularmente negativo en las mujeres y sus oportunidades de empleo. Los efectos que esto pueda tener podrían perdurar más allá de la situación actual, sobre todo considerando las barreras anteriores y ahora por la crisis. Las madres solteras, que típicamente están en una posición económica más desaventajada, serán las que sufran un golpe aún mayor”, señala la profesora de la Escuela de Gobierno UC.
Los beneficios
Pero la crisis podría traer consigo ciertos beneficios, agrega la académica. “Parte importante de las diferencias que se observan entre hombres y mujeres tiene relación con la poca co-responsabilidad al interior del hogar. Desde esta perspectiva, el progreso hacia mayor equidad de género pasa en parte por cambiar las normas sociales y lograr una repartición de tareas más equitativa entre hombres y mujeres”, explica.
“Como Dirección de Equidad de Género queremos invitar a que las autoridades académicas se mantengan en contacto con sus académicos y académicas, manteniendo un canal de comunicación constante en el cual se puedan canalizar solicitudes y situaciones particulares”, Silvana Zanlungo.
Agrega que la pandemia podría acelerar estos cambios culturales. Por una parte, los empleadores están tomando mayor conciencia de las necesidades de cuidado infantil que tienen sus empleados y una parte importante ha respondido ofreciendo horarios más flexibles y alternativas de teletrabajo. Es posible que tanto madres como padres tengan mayor flexibilidad laboral en el futuro. Un segundo efecto positivo podría derivarse de los cambios que ocurran al interior de las familias. De hecho, estudios internacionales sugieren que, por ejemplo, cuando se aumenta el postnatal parental, esto tiene efectos persistentes sobre la participación de los padres en el cuidado de los hijos (Farré y Gonzalez, 2019; Tamm, 2019).
“La pandemia ha visualizado las brechas de género que ya existían, la importancia de los cuidados para la sostenibilidad de la vida y la excesiva carga de cuidados de las mujeres. Es un desafío para la Universidad reflexionar en torno al tema, y que éste sea abordado por toda la comunidad universitaria. Como Dirección de Equidad de Género queremos invitar a que las autoridades académicas se mantengan en contacto con sus académicos y académicas, manteniendo un canal de comunicación constante en el cual se puedan canalizar solicitudes y situaciones particulares, a fin de considerar que las condiciones y los contextos de las personas pueden variar sustantivamente, y la sobrecarga puede agudizarse en aquellos casos de académicas o académicos que estén al cuidado de niños pequeños, personas enfermas o adultos mayores”, señala Silvana Zanlungo, Directora de la Dirección de Equidad de Género.
¿Y en la academia?
La Dirección de Equidad de Género de la Universidad Católica levantó el año pasado la Encuesta Trabajo Remoto y Planta Académica UC en contexto de COVID-19, junto a la Dirección de Desarrollo Académico UC, con el objetivo de “establecer un diagnóstico de las experiencias académicas en un contexto de pandemia y orientar la elaboración de acciones y/o mecanismos de apoyo y acompañamiento en el desarrollo académico de los profesores y profesoras”, dice el documento.
En el informe se observan diferencias de género en la percepción de beneficios principalmente en: equilibrio de la vida académica y vida personal/familiar; en la disponibilidad de tiempo para el trabajo académico; en la reutilización de tiempos de traslado.
“Muchas de las académicas, sobretodo aquellas que están en etapa de crianza y al inicio de su carrera académica, han tenido que dedicar el escaso tiempo que tienen para labores de docencia, por sobre la escritura de artículos o proyectos”, Silvana Zanlungo
“Aún controlando por sus características y productividad hay muchos contextos en los que se observa que las mujeres tienen probabilidades menores de ascender en la academia”, contextualiza Josefa Aguirre. Al respecto, sostiene que antes de la pandemia la sub-representación en ciertas disciplinas, las diferencias en la revisión de papers y la falta de redes de contacto para las mujeres en la academia provocan hoy en día desigualdad de género en el rubro.
“Muchas de las académicas, sobretodo aquellas que están en etapa de crianza y al inicio de su carrera académica, han tenido que dedicar el escaso tiempo que tienen para labores de docencia, por sobre la escritura de artículos o proyectos”, dice Silvana Zanlungo.
“Ahora bien, aunque deseables, es importante tener en consideración que este tipo de políticas no necesariamente ayuda a reducir las brechas de género. Cuando las políticas se aplican a hombres y mujeres por igual ocurre que los hombres usan este tiempo adicional de manera más productiva y estratégica que las mujeres, lo que en ciertos contextos deriva en aumentos en las brechas de género (Antecol, Bedard, y Stearns, 2018). Es importante que las instituciones estén atentas a este tema y busquen modalidades de evaluación que tomen en consideración la carga adicional que están enfrentando las mujeres en estos tiempos de crisis”, agrega la profesora de la Escuela de Gobierno UC.
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